Hemos esperado un año y, al final, las puertas del cielo no se abrieron para que Tú, María Santísima de la Paz, te pasearas por Sevilla llorando la muerte de tu hijo.
Otra vez la meteorología se ha cebado con nuestra Semana Santa, y esta vez nos ha tocado a los hermanos de La Paz vivir la amarga espera para oír la decisión de la Junta de no realizar estación de penitencia. Acertada o no, ese es otro tema, fue una decisión que a todos nos llenó de tristeza, rabia y dolor.
Ahora, sólo queda el recuerdo de lo que pudo haber sido. Ya se desmontan los pasos en todas las hermandades, y los titulares vuelven a presidir sus capillas.
Ahora, sólo queda el recuerdo que nos trae el chirriar de las ruedas al pasar por el asfalto lleno de cera. Pero Dios ha querido que este año esa cera no sea blanca paz.
Sólo queda el recuerdo de nazarenos blancos camino de El Porvenir, de saeteros preparados para cantar sus coplas a la Madre, de costaleros enfajándose, de caramelos que no pudieron ser repartidos, de ilusiones que murieron en un instante...
Con ese amargo sabor que dejado esta Semana Santa con un Domingo de Ramos sin pasear por el Parque de María Luisa, sólo nos queda esperar otros 345 días para poder ver al Moreno en la calle, y para que yo, como cada Domingo de Ramos, cuando la Virgen está en el dintel, de regreso a su parroquia, reciba un sms desde cientos de kilómetros, que me llena los ojos de lágrimas aunque simplemente dice: "enana, dame un toque cuando entre la Virgen, que sino no puedo dormir". Nos quedan 345 días de espera, y los esperaremos con más ganas y más ilusión, si cabe.
